Al igual que las garzas alzan el vuelo hacia tierras más cálidas y acogedoras para evitar el frío helador del invierno, el ser humano se ha visto inevitablemente abocado a una migración continuada desde tiempos inmemoriales. El abandono del nido nos acompaña, no sólo en el sentido literal de dejar atrás nuestro hogar, sino también en cuanto a los procesos de metamorfosis y crecimiento personal que nos obligan a abandonar nuestro antiguo yo. Así, tanto el hogar como nuestra versión del pasado se depositan en el imaginario personal de cada uno, precipitando un sentimiento de añoranza que se aloja en lo más profundo del corazón.
El duelo migratorio se convierte en un acompañante constante durante el proceso de éxodo y asentamiento en el nuevo hogar y el mismo, puede conllevar emociones tanto negativas como positivas. La huída de la calidez del Caribe y el consecuente proceso de adaptación al nuevo hogar en Shenzhen, República Popular China, provocó una serie de emociones contradictorias que sumergieron al fotógrafo Jesús Salazar en la necesidad por retratar, a través de su lente, la vicisitudes de las calles cantonesas. A medida que el tiempo pasaba y la “morriña” se palpaba como un sentimiento intrínsecamente presente en el día a día, el artista se alejaba de la superficialidad y la perspectiva inicial de extranjero, comenzando a percibir componentes culturales en el entorno donde se apreciaba un cierto espejismo con su hogar en Venezuela.
Por esta razón, la presente muestra se postula como un capítulo de cierre a la etapa vital en China de Jesús Salazar. El objetivo de la misma pretende orbitar en torno a los puntos que interconectan el hogar original (el Caribe) con el lugar de residencia (Shenzhen) generados bajo el ojo artístico. Esto se aborda desde un prisma positivo, donde Salazar exterioriza un flujo de experiencias autobiográficas y las proyecta sobre el entorno cantonés a través de sus fotografías.
Teniendo en cuenta estas cuestiones, la propuesta comisarial transita por el espacio galerístico en un formato de recorrido que contempla varias agrupaciones temáticas, que permiten al fotógrafo complementar las obras con textos personales. La muestra da la bienvenida al espectador, tratando de forma directa la resiliencia, proceso indispensable en la migración, de la mano de las palabras del propio artista. El resto del recorrido se conforma en torno al prisma de similitudes que se conforman entre la cultura china y venezolana en cuestiones como el trabajo, la familia, el respeto por los ancianos y la convivencia entre la naturaleza y las megalópolis.
‘Entre dos aguas’ retransmite a través de una melodía de guitarras y bongós, el duelo migratorio que hace al artista oscilar entre el Mar Caribe y Nán Hǎi. Y, es que, a pesar de mudar y caminar lejos, uno siempre encuentra en océanos, ríos e incluso charcos, allá donde esté, el tono de azul exacto del mar del que nació.
Anne Martínez Monge
Comisaria
El sentimiento de pérdida y añoranza al hogar se hace patente en el día a día del migrante a medida que su tiempo asentado en un lugar extranjero avanza. A estas emociones se les une el proceso de duelo, que poco a poco va sanando para que, así, la vida pueda seguir adelante con fortaleza. Al ser la resiliencia una de las cualidades predominantes durante el duelo migratorio, arrancamos esta muestra con una oda a la misma
AMM
La planificación nunca ha sido mi fuerte. Me sorprendí gratamente cuando me propuse fotografiar por años aquel árbol de Shenzhen Bay, guiado bajo la premisa “Todo sujeto es de interés si se estudia por el tiempo adecuado”.
Por eso, aquel Octubre de 2018, cuando el tifón quebró en dos el árbol, lo primero que invadió mi pecho fue un sentimiento de pérdida; pérdida muy cercana a la muerte de mi padre y a la lejanía del terruño.
Estoy convencido que cada migración es un proceso de duelo. La garza está allí, quieta, como si estuviera de luto. Un niño le lanza piedras. Grito alguna vulgaridad en español desde la distancia. Se detiene.
Paso horas tomando diferentes imágenes del árbol caído y, en esa catarsis, comienzo a apreciar la belleza del nuevo paisaje surgido de la destrucción. A veces, los cambios difíciles pueden llevar a momentos de empoderamiento; a veces, es necesario dejar ir y aceptar la naturaleza siempre cambiante… de la naturaleza.
Jesús Salazar
El ritmo frenético de la cultura del esfuerzo es otro de los lugares en los que Jesús pudo encontrar una especie de espejismo entre China y Venezuela. La clase trabajadora habitante en las calles urbanas de Shenzhen se transforma en la mente del artista en un recuerdo del trabajo duro de sus familiares.
AMM
Recuerdo tener que levantarme diariamente a las 5 a.m. para poder evitar las horas de tráfico en la Francisco Fajardo. Estaciono a las 6 a.m., y ya hay una esquina donde puedo comer una empanada de mechada con jugo de parchita.
La cultura del trabajo fue uno de los mayores paralelismos que encontré entre China y Venezuela. Lo veía día a día, en el empresario apresurado por las modernas calles de Shenzhen, en la vendedora ambulante de RouJiaMo (肉夹馍), o en los pescadores del puerto de Shekou. Recuerdo a mi abuelo Segundo y sus jornadas de meses en la mar, recalando por Curazao, Aruba, e incluso llegando a la remota Isla de Aves, para luego descansar unas semanas en Margarita y volver a la faena. Desde la ignorancia, se ha impulsado el estereotipo del caribeño como un ser perezoso. Pero, ¿acaso hay algo más perezoso que un estereotipo?
Emigrar requiere mucha humildad, contemplación y empatía. Entender las particularidades de una cultura es muy complicado, más aún cuando no se conoce el idioma. Por eso siempre iba con mi cámara, buscando llenar esos vacíos del lenguaje con retratos, pero esa es otra historia.
Jesús Salazar.
Otro de los pasajes interesantes del trabajo fotográfico de Jesús durante su estancia en China es aquel que hace referencia a su profesión: la geología. El entrelazamiento entre la naturaleza y el urbanismo es algo que forma parte intrínseca del paisaje del este asiático, y, entre esos detalles de texturas y geometrías, el artista buscó captar singularidades del terreno.
AMM
Vivir en China magnifica el sentido de escala. En Shenzhen, una metrópolis de 12 millones de habitantes, lo quieras o no, terminas adquiriendo esa velocidad frenética de las grandes ciudades. Es el ritmo del comer e irse, de enviar notas de voz mientras corres al metro, de vivir casi por inercia. ¿Cuántas veces nos hemos sentido oprimidos por el peso del concreto? ¿Que el día a día nos aburre?¿Que las pantallas nos agobian?
Lucho contra esa inercia, esa falta de presencia, con el ritmo sin pausa. Caminando, busco con mi cámara los detalles que me rodean: texturas, geometrías, y sobre todo, singularidades.
La naturaleza brinda estos momentos para quien sabe apreciarlos. Recuerdo al Siddartha de Hesse y como, luego de tantos maestros y doctrinas, consiguió la iluminación observando y escuchando lo que decía el río. La sabiduría se encuentra en lugares inesperados.
No hay que ir al Caribe o a China para hallar estos espacios de contemplación. Como decía el principito: “lo esencial es invisible a los ojos”. Estar presente, ver el atardecer ocultarse en la montaña, el viento jugar con los árboles, una planta brotando del concreto y, ¿quién sabe? Quizás los ríos te susurren consejos.
Jesús Salazar
Viniendo de la calidez y el cariño designativo del carácter caribeño, Jesús se encontró durante sus primeros meses en China experimentando una combinación positividad ante su nueva etapa vital y añoranza al hogar. Pero, curiosamente, a medida que su aprendizaje del idioma local avanzaba, la distancia entre él y los retratados en sus obras se hacía cada vez más corta, y empezó a sentir, en cierto modo, una reminiscencia a la calidez del Caribe.
AMM
Las expresiones de cariño entre desconocidos son un rasgo muy característico del venezolano. Un “gracias cariño”, “no te preocupes hermano” o “te quiero más que a un hijo hospitalizado” (quizás este último no tanto) forman parte de situaciones cotidianas, usadas al pagar el autobús, tropezar con alguien o recibir una bolsa de azúcar extra para el café.
En China, no es común abrazarse o besarse en el saludo diario. Recuerdo el esfuerzo consciente que requería detener un impulso que tienes normalizado. En los primeros meses, soñaba con abrazos de familiares y amigos, despertando con saudade, con la necesidad de alguna reacción caribeña.
La cámara era mi manera de iniciar diálogos sin palabras, de obtener reacciones auténticas, sea vergüenza, alegría o incluso rechazo; me valía. Tenía Tengo la necesidad de conectar con esa emocionalidad muy humana que todos poseemos, pero mostramos de diferentes maneras según nuestro contexto sociocultural. Aprendí a decir la palabra KeYiMa (可以吗) ¿Puedo?, y la mal pronunciaba mientras señalaba mi cámara. Inmediatamente, las reacciones de rechazo pasaron a ser casi nulas, y las risas se multiplicaron. Salía cada jueves por la noche y regresaba, sonriente, cargado de interacciones e historias.
Jueves a jueves e historia a historia, China y Venezuela ya no parecían tan lejanas…
Jesús Salazar.
Jesús Salazar, Maracay, Venezuela, 1983.
Para Jesús «la fotografía es solo la ilustración de la poesía”, su trabajo está siempre ligado al registro de su experiencia y conexión con el objeto retratado, la palabra escrita forma parte de su proceso creativo
Como estudiante de ingeniería geológica encontró su pasión por la fotografía. Ha dedicado gran parte de su trabajo a viajar y capturar imágenes, no solo de su país natal, Venezuela, si no también de otros países de Latinoamérica, Europa y Asia.
Su lenguaje didáctico, es en gran parte debido a su experiencia como docente, fue profesor de Geología en la Universidad Central de Venezuela, dictó clases de Fotografía en China y actualmente se desarrolla como responsable de proyectos relacionados con la España rural.
Criscar Mundaray Boada
Entre sus logros más recientes destacan:
Publicación del libro Odemiradas que contam historias.
Texto de Carlos Neto de Carvalho
Fotografía de Jesús Salazar.
2023, Portugal.
Exposición Individual
Miradas cercanas, miradas lejanas, miradas serendípicas
Comisariada por Rubén Ojeda Guzmán.
Producida por el Ecosistema cultural Boom! Art Community
Espacio Ornella De Simone, Remax/Arte.
2023, Madrid.
Fotos publicadas por National Geographics Portugal.
As Vilas y aldeias mais belas de Portugal
Edición especial Viajes
2021, Portugal.
Ganador del 1er premio Concurso Shenzhen Daily Expat Photo Contest.
2019 y 2020, China.
Fotógrafo invitado por el gobierno Chino
para retratar las comunidades de Sanya, Sichuan y la minoría étnica Miao de Guizhou.
Publicación del Foto Libro Objetivo Geopark,
Texto y fotografía Jesús Salazar
Comisariado por Criscar Mundaray Boada
Apoyo de UNESCO y la Comunidad Europea.
Portugal, 2019.
Anne Martínez Monge (Bilbao, 1999) es historiadora del arte, conservadora y comisaria de arte contemporáneo. Tras participar en proyectos como el catálogo de entrevistas a los artistas en la muestra itinerante de la Diputación Foral de Vizcaya Ertibil 2021, se graduó por la Universidad del País Vasco especializada en investigación de arte contemporáneo surcoreano. Actualmente se encuentra ejerciendo como comisaria de arte contemporáneo en Madrid.