MENCIÓN HONORIFICA

El pasado mes de abril, Rubén Ojeda Gúzmán (1991), fue Laureado con la Mención Honorífica de [PAAL], nuestro Programa Acelerados para Artistas Latinoamericanos en Madrid. Como resultado de dicha distinción, el 07 de octubre inauguraremos una individual llamada Cosmos, la cual se llevará a cabo en el Patio de Quemados de Zapadores, Ciudad del Arte. Este espacio se abre para este proyecto gracias al convenio de colaboración que existe entre Zapadores, Ciudad del Arte y nuestro Ecosistema Boom! Art Community.

LA PIEZA

La obra κόσμος consiste en constelaciones de estrellas dibujadas con cinta de ignición de uso militar que son encendidas posteriormente. A partir de este dibujo se re-ordenan imaginarios, tanto militares como militantes que formaron la identidad de países independizados. La obra tiene tres momentos de vida: la primera como eventualidad, al estar encendida y producir luz, calor y humo; la segunda, como ceniza y resto carente de fulgor. Y la última como registro documental. A continuación, introduzco dos consideraciones, una etimológica y otra histórica, que pueden servir de guía para leer la pieza en cuestión.

COSMOS

La palabra κόσμος (cosmos) del griego significa orden, y estaba asociada con las autoridades, tanto a los magistrados como a las órdenes de batalla. Eventualmente, la palabra se inscribió a la sistematización, o mejor dicho, al ordenamiento de las constelaciones de estrellas vinculadas cada una con una deidad. La idea griega de la belleza está fundamentada en el orden, por eso de la palabra cosmos se deriva también la palabra cosmética, a la vez que de la palabra orden se asocia ornato para referirse a un objeto que posee belleza.

AD ASTRA

Los motivos astronómicos, especialmente las estrellas, son recurrentes en los escudos de las banderas en todo el mundo. Los países independizados de las colonias europeas son ejemplares, pues utilizan o utilizaron en algún momento estos símbolos celestes, muchas veces como una distinción militar-independentista. A partir de una investigación de la historia de los escudos de armas y las banderas de los casi cincuenta países que tuvieron su territorio (total o parcialmente) bajo el dominio del Imperio Español, realicé una especie de bóveda celeste sustrayendo únicamente sus símbolos celestes.¤

ACERCA DE RUBÉN OJEDA GUZMÁN

Rubén Ojeda Guzmán (1991) es un artista conceptual mexicano afincado en Madrid que emplea diferentes medios como la instalación, la pintura y la escritura. En el centro de su obra se encuentra la noción del arte como campo de batalla para una inscripción discursiva. Su obra aborda la historia, la cultura visual y el lenguaje con ironía, humor y crítica. La obra de Rubén se despliega en torno a la irreconciliabilidad, la incertidumbre y la paradoja. Su principal interés es desafiar las resoluciones lógicas inmediatas y mantener las formas artísticas abiertas y dinámicas. La obra de arte no se agota en sí misma, sino que es un soporte para fomentar el diálogo y espacios de disenso. A través de su obra, Rubén Ojeda Guzmán ha construido una visualidad que proviene de la cultura de la escasez, la deuda y la diáspora. Su obra tiene un carácter procesual en el que las formas se negocian entre el contexto, el concepto y sus posibilidades materiales. Ojeda Guzmán es licenciado en la Maestría en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual del Museo Reina Sofía, Universidad Complutense y Universidad Autónoma de Madrid (2020-2022); Rubén recibió cum laude de la Licenciatura en Bellas Artes de la Universidad De Las Américas, Puebla (UDLAP) (2009-2014) por su tesis Idea y propiedad intelectual: hacia una genealogía de la creatividad artística. En 2023 Ojeda Guzmán fue uno de los artistas de la Fundación Silos Resindece. En 2020 obtuvo la residencia air-Montreux en Suiza; con el Premio Jóvenes Creadores del FONCA (México) en 2014, y fue seleccionado con el Premio Proyecto Joven del Museo de Pintores Oaxaqueños en 2011. Rubén realizó exposiciones individuales en Suiza, España y México y su obra ha sido expuesta colectivamente en Suecia. , Brasil, Noruega, Estados Unidos e Inglaterra. Su obra ha sido reseñada en Frieze, Chambre Fluide, Iberoamérica Social, Torpedo, Farhenehit, Milenio, Piel. 33 artistas contemporáneos (catálogo) y +50 artistas contemporáneos en Oaxaca (catálogo). Rubén formó parte del colectivo Los Irrelevantistas (junto a Dani Escamilla y Fátima Ramos). También fue cofundador y curador de El Chilar, un espacio dirigido por artistas en el cerro San Felipe del Agua en Oaxaca (2015-2017). Sus proyectos curatoriales incluyen: Diseñar, publicar, liberar. Una aproximación al pensamiento visual de Alberto Corazón, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en conjunto con la Maestría en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual (UCM & UCM); La Colección del Precariado (México, 2014-en curso); Exlege para el festival Transición-MX 05 (Centro Nacional de las Artes, México, 2013); entre otros.
Fotografía: Alejandro Solo

EL CIELO EN UN CUARTEL. Diana Cuéllar Ledesma. Curadora.

¡Dale más gasolina! Daddy Yankee Quisiera pensar que cualquier aproximación a la instalación Κόσμος (Cosmos) podría beneficiarse del relato que a continuación voy a esbozar. Cuando Rubén Ojeda Guzmán llegó a Madrid para estudiar su máster en el Museo Reina Sofía, la ciudad se encontraba confinada a su manera. La presidenta de la Comunidad ganaba visibilidad confrontando las medidas del gobierno central y los dueños de los bares la premiaron lanzando al mercado las “papas a la Ayuso”, tapa consistente en pocas papas y “muchos huevos”, en alusión a lo que algunos entendían como el gesto más valiente de la presidenta: mantener operativa la hostelería de la región a pesar de las recomendaciones de cierre. Dado que Madrid había atravesado situaciones dantescas durante el peor momento de la pandemia, las políticas de Ayuso dividieron la opinión pública entre aquellos que veían en sus medidas un aliciente para la economía local y otros muchos que la tildaban de frívola e irresponsable. Meses después de su llegada a Madrid, Rubén conoció a Rafael Burillo, Teresa Margolles y, después, a Santiago Sierra, ampliando así su red de contactos entre un círculo de artistas e intelectuales críticos, relativamente al margen del establishment y la agenda institucional. Margolles y Sierra son figuras míticas del arte en México y convivir con ellos significó una especie de wet dream para este artista joven, que había estudiado sus obras y los admiraba. Insertarse en la escena local tendría que pasar, sí o sí, por un trabajo a la altura de dicho entorno en cuanto a su agudeza corrosiva y la capacidad para cuestionar el caldeado contexto que lo rodeaba. Hasta entonces la mayor parte de su arte se había desarrollado en México, en el estado de Oaxaca, un epicentro cultural con amplia tradición de contestación social, ubicado en el sur del país y donde la figura tutelar de Francisco Toledo propició una vocación artística comprometida; una “ética oaxaqueña”, según la define Rubén. En sus obras iniciales en Oaxaca, Ojeda Guzmán activó zonas de significación emanadas de la violencia y la creciente presencia de fuerzas armadas del estado en las calles de la ciudad. Por ejemplo, en 2012 su acción de disparar a uno de los muros del Museo de los Pintores Oaxaqueños fue el resultado de su interacción y convivencia con policías locales.
Las acciones con pólvora comenzaron también en Oaxaca y han sido las más recurrentes desde su llegada a Madrid, hasta el punto de convertirse en distintivas de su trabajo. Al margen de su perfil pirómano, creo que la predilección de Rubén por la pólvora tiene que ver con la adrenalina que le supuso conseguir y activar ese material en el contexto hiper reglamentado de una capital europea. De hecho, en algunas ocasiones sus performances han tenido que suspenderse cuando, inquietos por las detonaciones, los vecinos han llamado a la policía. Su primera explosión-exposición, No son las formas, realizada en octubre de 2021, tal vez carecía de un discurso cohesivo, pero gozaba del frescor del artista que se aclimata a una nueva ciudad y reacciona ante ella. Para Rubén resultaba insólita la relevancia que alcanzó el debate sobre bares, copas y terrazas hasta llegar a politizarse bajo la forma de una singular diatriba sobre las libertades individuales.
Con el acompañamiento del curador Andrea Fontana, Rubén apropió y escribió con pólvora la pintada callejera “Biba España”, que comenzaba a verse por muchas calles de la ciudad, frente a la cual trazó otra consigna con efecto espejo: “Bibe España”, es decir, su propia experiencia migrante. Dibujó y explotó, además, algunas estrellas como guiño al escudo de la Comunidad de Madrid y al logotipo de la madrileña cerveza Mahou. En una exposición posterior, hizo lo mismo con las estrellas del escudo de la Unión Europea. Poco antes de la apertura de No son las formas, Rubén había donado su sangre para un proyecto de Santiago Sierra que consistía en sumergir la bandera nacional de España en la mezcolanza de sangres de personas nacidas en todos los países que alguna vez formaron parte del imperio español. Sierra expuso por primera vez su bandera ensangrentada en la Fundación Anselmo Lorenzo el 12 de octubre de 2021, día de la fiesta nacional de España y fecha conmemorativa de la llegada de Cristóbal Colón a América. El 12 de octubre fue por mucho tiempo la fecha de celebración de la llamada “raza” hispana; es decir, España y sus antiguas colonias. Ojeda decidió activar su instalación con pólvora en la misma fecha, coincidiendo con el desfile militar, “con el ruido de los aviones, me dijo, las explosiones causarán menos alarma entre los vecinos”. La bandera sumergida en sangre más tarde formó parte de la exposición de Sierra en la galería de Helga de Alvear en 2022, junto con una instalación en la que se proyectaban los retratos de dentaduras de migrantes caribeños y centroamericanos en la frontera de Tijuana y San Diego. En una entrevista reciente con respecto a aquella muestra, el artista sintetizaba con elocuencia: “esto es como el desastre de la hispanidad”. En efecto, es la cultura hispana la protagonista de la atroz y descarnada diáspora que hoy define al Continente Americano.
Es relevante que Rubén Ojeda presente Κόσμος (Cosmos) con motivo de su mención de honor en el Programa Acelerador para Artistas Latinoamericanos (PAAL). La instalación emula una bóveda celeste en la que se dibujan con pólvora las estrellas y astros que aparecen en las banderas de los países de América Latina y el Caribe de habla hispana. Hay consenso entre historiadores acerca del empleo de este símbolo en los lábaros patrios del Continente Americano creados a raíz de los procesos de independencia de España, pues la estrella simboliza la soberanía de un territorio frente otros, según puede constatarse en su uso en la heráldica medieval. Es sabido que Estados Unidos fue el primer país del continente que se proclamó independiente de la metrópoli y desde entonces su bandera incluye una estrella por cada estado de la federación. Durante las muchas guerras caudillistas que definieron el siglo XIX latinoamericano, el uso de la estrella en estandartes y pendones fue revelador y ambivalente: algunos pueblos y territorios las incorporaban para simbolizar la voluntad independentista frente a España, pero otros tantos la usaron para manifestar su anhelo de ser anexionados a la Unión Americana. Es paradójico, más no sorprendente, que al superar el régimen colonial algunos pueblos quisieran adherirse a la nueva gran hegemonía que representaba Estados Unidos. El ímpetu operó en muchos de los estados del norte de México que hoy forman parte de territorio estadounidense y también, por ejemplo, la actual bandera de Cuba, creada en el seno del movimiento anexionista. Fue ante a tal coyuntura que José Martí escribió Nuestra América, célebre ensayo abocado a defender y definir la especificidad latinoamericana frente a Europa y la América anglosajona. Su gesto decolonial de reivindicar la pertenencia y posesión de América como un territorio “nuestro”, ha pasado a la historia de las ideas como momento fundacional de lo que ha dado en llamarse el espíritu latinoamericanista, un poderoso paraguas cultural y de pensamiento activo en distintos momentos históricos, desde Alfredo Jaar hasta Calle 13.
Volviendo a Cosmos: además de la evidente influencia de Santiago Sierra, como hemos mencionado, el tema castrense lleva tiempo en la base de los intereses creativos de Rubén Ojeda. El simbolismo de la estrella alude a una condecoración militar generando un paralelismo significativo con la mención recibida y, simultáneamente, genera un anclaje simbólico en el espacio de Zapadores, antiguo cuartel del ejército español. Por otra parte, la instalación es sintomática del espíritu del PAAL en su apelación a la “América Latina” y la reivindicación de su creciente presencia en España como resultado del “desastre de la hispanidad”. “Nuestra América” se cimbra, azotada por autocracias, violencia, corrupción, extractivismo y aberrantes brechas de desigualdad. Días tras día cientos de miles de personas se arrojan a la diáspora atravesando todo tipo de peligros para llegar a la frontera de México y Estados Unidos, donde se vive una de las crisis humanitarias más graves de nuestro tiempo. Como parte de esta coyuntura, España vive también una importante oleada de inmigración latinoamericana cuyas implicaciones de fondo aún no pueden ser calibradas con justeza.
Desde antes de la pandemia se oía decir que el acaudalado barrio Salamanca era la nueva Caracas, en virtud de los potentes capitales venezolanos que ahí se han asentado. Poco a poco el patrón se repite con las clases pudientes de otros países, que encuentran en España seguridad para sus inversiones y un entorno para establecer a sus familias, lejos de las amenazas del robo y los secuestros. La cara B es el engrosamiento de la llamada migración económica, que puede palparse en las calles del centro madrileño, especialmente entre los repartidores de comida a domicilio, y también en algunos barrios de la periferia. El éxodo latinoamericano incluye, además, a no pocos disidentes políticos de Cuba y Nicaragua, así como a intelectuales y artistas de distintas disciplinas, orígenes y trayectorias. Se ha dicho también que “Madrid is the new Barcelona”, aludiendo al histórico asentamiento de escritores del boom y en la Ciudad Condal en la década de 1960. Y aunque es cierto que el clima general es relativamente generoso para las grandes figuras que se han avecindado por acá, para los jóvenes y principiantes sin una red de apoyo local la migración supone un inicio doblemente dificultoso. Las antiguas naves industriales del barrio de Carabanchel, al sur de la ciudad, se han ido convirtiendo en estudios de artistas desde hace más de una década. No puede negarse, sin embargo, que el aluvión reciente de artistas cubanos y venezolanos ha dotado a la zona de una energía renovada. Vecinos y asociaciones del barrio rechazan enjundiosamente esta gentrificación: “tu arte aumenta mi alquiler”, grafitearon en la puerta del estudio de uno de mis amigos, y tienen toda la razón; pero sería conveniente que los vecinos supieran que la plusvalía que ahí se está cocinando no va a llegar a las manos de la mayoría de esos jóvenes que escaparon de una Habana sin agua corriente, luz eléctrica y medicinas, para poder hacer su arte en otro sitio.
Hubo un momento en el que muchas galerías de arte en Madrid buscaron incorporar artistas latinoamericanos a sus nóminas con la finalidad de atraer coleccionistas de aquel mercado. La editora de una revista de arte me contó que en esta primavera de 2023 hubo más de diez exposiciones simultáneas de artistas latinoamericanos en galerías de Madrid, y la feria ARCO lleva décadas apostando por “la hispanidad” como su mercado más orgánico. Al margen de lo comercial, sin embargo, es un hecho que la agenda institucional podría responder y aprovechar con mayor entusiasmo la desbordante energía cultural que supone la presencia de tantos y tan variados actores intelectuales latinoamericanos jóvenes en su entorno inmediato. Más que el escaparate de exotismos impostados o la trasnochada plataforma para un poscolonialismo facilote, las administraciones y los actores culturales podríamos tratar de vislumbrar lo “latinoamericano” en Madrid como el catalizador para un entorno de verdadero cosmopolitismo intelectual y el espacio privilegiado para generar cruces de creación y pensamiento. Es algo que ya está ocurriendo desde las bases, puesto que la escena cultural de la capital se ha dinamizado enormemente gracias a los espacios autogestionados, las iniciativas independientes y actividades concretas empujadas por actores específicos. Las cosas van buscando su acomodo entre los migrantes de antes y los que van llegando; después de todo, y como bien señalaba el nombre de un grupo de activistas en Italia, aquí somos “extranjeros por todas partes”.
En Κόσμος la activación crítica de la idea de la hispanidad, el latinoamericanismo o lo iberoamericano adquiere una relevancia singular. La transposición de simbolismos de lo territorial-geopolítico al ámbito poético, de lo celeste, no ocurre bajo un aura de cursilería (el borramiento de las fronteras, la hermandad entre los pueblos), sino con espíritu provocador: quemar los cielos, sacar chispas o encender la mecha de una discusión que urge acometer. ¿Cuál es, como intelectuales, el lugar que nos queremos construir aquí y qué emplazamiento nos ocupa en relación con nuestro respectivo “allá” en este contexto de urgencia sistémica en Latinoamérica? Conforme el caucus latinoamericano continúe su desarrollo natural en España, las segundas y terceras generaciones irán engrosando las clases medias, ocupando puestos laborales de mayor escalafón y convirtiéndose en nichos poderosos de mercado. No menos relevante es el emplazamiento de la población latina en España en estos momentos de ascenso de la ultraderecha y los populismos en Europa, pues los partidos políticos ya comienzan a buscar el “voto latino”. El sitio que la cultura vaya a ocupar en todo este entramado no va a ser solo un asunto de “qués”, sino, sobre todo, de “cómos”. En lugar, o a pesar de, su estatuto de commodity cultural, el arte latinoamericano en España podría seguir líneas críticas, a veces incómodas, difíciles de digerir más allá de los reclamos políticamente ortodoxos que solo quieren vernos como cuotas de para la corrección política. Es pronto para saber si Madrid será el nuevo Miami, la nueva Barcelona o la capital mundial de los restaurantes mexicanos... mientras las cosas siguen su acomodo, la despertenencia es un buen capital para seguir sacando candela.¤ . Diana Cuellar Ledesma. Comisaria.

ACERCA DEL ARTISTA

Fotografías: Thomas Gerlach 

ASÍ PRESENTAMOS "COSMOS". LA OBRA EN PÓLVORA MÁS GRANDE DE RUBÉN OJEDA GUZMÁN. 📍 PATIO DE QUEMADOS DE ZAPADORES, CIUDAD DEL ARTE.

Fotografías: Alejandro Solo 

Fotografías: Alejandro Solo 

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